sábado, 1 de marzo de 2008

Una y tres

Quieto.
Tic Toc.
Hace el reloj.
Tres para las una.
Una para las tres.
El mundo esta al revés.
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"Que llueva, que llueva la virgen esta en la cueva, los pajarillos cantan, la luna se levanta, que si, que no, que..." me arranquen el corazón, que destripen las entrañas, y crezcan telarañas de vidrio fragmentado, erguiéndose al cielo, de rojo y amarillo , verde y café.

Nos despertamos aquella mañana con el olor del miedo, ese distintivo reconocimiento de que no sabíamos porque estábamos ahí. Nuestros pasos resonaban en aquel desierto como planchas de acero sobre acero. Era miedo, y yo tipifiqué aquel lugar como desierto, no por la falta de vegetación que en sí era abundante, sino porque sin necesidad de ver kilómetros mas allá sabíamos que no había nadie allí.

A ambos lados se alzaban monumentales estructuras, si así se le puede llamar a una planta, y bajo la refulgencia de un sol incierto, no visto por nadie, el reflejo vidrioso era increíble y cegador.

Una de las voces que se encontraban detrás de nosotros decidió romper el silencio. No sé si fuimos nosotros o ustedes, pero empezó a resonar una canción en un diafragma que se expandía y reducía de manera asonante. "Now there's a look in your eyes, like black holes inthe sky." No entendí. Tal vez ellos entendieron pero no nosotros. Y esta reflexión nos las permitimos porque la rapidez con la que el miedo nos paralizó fue instantáneo y solo dejó en funcionamiento nuestro cerebro.


En este punto era imposible decidir cual sería nuestra próxima movida sin sentir que arriesgábamos la vida de seis personas en un solo tiempo. No sabíamos que hacer, regresar y enfrentarnos a la Voz o avanzar hacia un futuro sin sonido.

Finalmente sucumbimos y la marcha hacia atrás comenzó, la claridad que rodeaba en ese momento realzaba el hecho de que sabíamos que ese camino ya lo habíamos recorrido de manera fallida. La Voz empezó una vez más. Nos llamaba con mayor fuerza cada vez.

Tú y yo nos detuvimos, pero él decidió seguir, ya no eramos los seis que habíamos comenzado, ya no existíamos como unión propia o ajena. Éramos tres, desperdigados por la maleza y el bosque que nos rodeaba. El fanatismo de él nos obligó, ya no era posible decidir cual sería el rumbo, porque ante nosotros se cerró un solo camino. Si queríamos avanzar juntos tendríamos que regresar y encontrar al que se extravió.

Fue así la historia de cómo fallidamente intentamos separarnos de la Voz, de cómo lo que empezó como un avance unido termino siendo nuestra regresión separada. La Voz éramos los que faltaban, tres en uno solo, mas los tres que regresaban. La Voz éramos todos y todos éramos la Voz.-


"Excremento pútrido que sirve de alimento a seres irredentos. Ingieren mis sobrantes de vidas malhabidas hasta la saciedad inalcanzable y mientras convierten todo lo que fui en lo que serán, se Inflan. INflan. Se INFlan. INFLan. Se INFLAn. INFLAN. Y explotan.

Y así a quien excretan es a mí."




1 comentario:

Anónimo dijo...

Loco, pues está elegantón el blog; es decir, no te voy a engañar diciendo que es de un estilo superior, pero me gusta. El orden que tiene es el orden que dentro de él encaja. En lo personal, me gustaría conocer más trabajos fotográficos tuyos, no porque no me atraiga tu texto, sino porque le daría más variedad y mostraría otra de tus facetas. Saludos.