martes, 1 de abril de 2008

Poco sabía él...


Y cuando la música se terminó apagué la luz.

Hoy a las dos de la noche, cuando la luz se iba a lentamente hundiendo en el horizonte, cargada entre brazos por la mujer alada, vi como el fusible último de mi cerebro se quemaba, creando una pequeña chispa, olorosa a azufre y neón. Lentamente la sensación se drenó de mis manos, extendiéndose, lento líquido, hasta mis hombros. Me invadió un sopor, un cansancio increíble. Intenté mover mi mano, pero ésta no parecía responder, un momento después sentía que mi pecho oprimido severamente se socavaba, con el terrible ruido de cada costilla quebrándose y perforando mis pulmones y cualquier órgano que se atravesara en su camino.

En el fondo, allá a lo lejos los oía e intenté inhalar aire para gritar por última vez. Nada. Una vez más, aspiré, pero nada. Finalmente, me iba a dar por vencido, arrollado a lo largo de una carretera que alguna vez creí interminable, gritando con mis ojos, ya no había remedio.

Mis ojos se cerraron quedando renuentes a descubrir si había algo al otro lado que los consolara. Mis labios retorcidos en una mueca desfigurada al comienzo del suplicio ahora se soltaban, músculo a músculo, hasta quedar libres. Si es que aún podía pensar, lo que pensé en aquel momento fue en intentar una vez más aspirar todo el aire que pudiese, pero esta vez para gritar, no de terror, sino de incertidumbre.

Preparé mi traquea e hice el esfuerzo. Aspiré. Pero no fue aire lo que encontré, mis labios fueron encontrados por otros labios que me pedían un último beso antes de pasar a la inconsciencia.

Y así fue.
Me desvanecí.
Ya no fui.

Y ahora soy. Grito, saco todo el aire de mis pulmones en un solemne y desconcertante grito, no es de miedo ni incertidumbre, es un grito de vida.

¡Despierten! ¡Salgan! ¡Salgan de aquí!

Una bella oscuridad me rodea, el rumor de vehículos que pasan, sus luces, las luces resplandecientes del neón que indican que no hay vacantes, pero la realidad es que no hay nadie. Mi terrible presa se desliza rápidamente sobre sus pies, busca que la aceche, que la devore y acabe con ella. Aún es temprano, su momento vendrá más tarde.

Me levanto, se siente frío el piso bajo mis pies, me dirijo al armario, en el que guardo mi piel y mis máscaras, escojo una y salgo al pasillo, doblo y me encuentro en la noche. Llego al lugar, me rodean, me quieren tener para si mismos, subo un poco y una resplandeciente luz me ciega, no los veo, y eso tranquiliza mis ansias, no los quiero ver, cada tanto uno sube adonde mi y con un golpe lo regreso a su lugar. ¡Lejos! Una patada a la cabeza y allá va otro.

Me baño extasiado en el licor, mi sangre hierve y mi cabeza da vueltas. Alrededor mío nada se detiene, parece una fotografía sobreexpuesta y puedo ver cada movimiento que realizan.

Caigo, atrapado en el romance y engullo la sangre de mi compañera, mi presa, engullo su sangre y ella la mía desde mi interior.

Tiro la silla, la reviento contra la pared, las botellas las hago volar en pedazos, sus remanentes me cortan las manos y los pies, destruyo el cuarto, mis máscaras han quedado rotas, sangrando la tinta que las cubría, mis pieles rasgadas, y las botas del asesino escondidas en el rincón del armario ya no están.

Salgo por la puerta, y corro por el pasillo, nunca termina, la puerta se aleja cada vez mas y oigo pasos detrás mío. -Padre! Te quiero matar!- Corro. No termina nunca, miro hacia abajo y mis pies no se mueven, están cubiertos por unas botas. La carretera no termina.

La quemadura en mi brazo izquierdo, quiero escapar de ella, salir por donde entró, pero mientras corro para salir de ella, yo dejo que entre el líquido y me inunde, me arrastre por mis venas.

Sáquenme de aquí, la jungla me rodea, no hay seguridad, pero nada me sorprende. ¿Las podré ver acaso? Aquellas planicies interminables, ¿ya estaré allí? No.

El aire se drena de mis pulmones cercenados, atravesados por crueles estacas, y mi piel vieja y helada se convierte en cenizas. Me pisotean al salir.

Nunca voy a estar allí amigo mío, porque este es mi fin.
Este es el fin.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

theres not such thing as 2 o`clock in the night, althoug theres 2 o`clock in the morning or the afternoon. Madafoker, you shut know who`s writing this. That`s all

Anónimo dijo...

Yo mada, oe axel, no es un error, es a propósito, pero agradezco la obsevación y el comentario. Por ahí nos vemos.

Stanley W.-M

S. X. Palma dijo...

Loco, me gusta. Si de alguna manera puedo involucrarme en los cortos-medios-largos, me dices, o pregunto, o simplemente me mandás a la mierda...lo que agradecería mucho. Pero igual me gusta.